Pues no estoy yo hoy de muy buen humor para escribir un nuevo artículo, porque la dichosa tecnología me la ha vuelto a jugar y no acierto a saber por cual de los maravillosos mundos del universo virtual andará mi último artículo. El caso es que lo escribí, lo guardé, y no aparece...¡QUE CRUZ tengo yo con lo de las nuevas tecnologías!.
Bueno, la cuestión es que tengo que sacar este artículo porque ¡vamos!...lo de ¡Alegraté es Navidad! ya dá un poquito de repelus leerlo.
A estas alturas que ya tenemos todos los manteles lavados, planchados y guardados, los adornos recogidos, la vajilla en su sitio y la digestión hecha del roscón de Reyes hace daño a la vista leer algo relacionado con la Navidad.
Por cierto, yo me iré de este mundo sin saber porqué narices, si guardo los mismos adornos navideños en las mismas cajas de siempre, cada año tengo problemas para meter las cosas y me falta caja y me sobran adornos.
No lo entiendo, pero... pensandolo bien, quizá debería hacer como mi amiga Manuela, que guarda en el trastero el árbol con sus adornos y sus espumillones montado tal y como lo pone en su salón.
Nunca olvidaré la primera vez que fuí a ver su nueva casa y me enseñó el trastero:
-"Mira que grande es."
-"Es cierto", contesté yo.
Cuando de pronto mis ojos se fueron derechos a un rincón en el que había un bonito árbol de Navidad con sus campanitas rojas, sus bolas de color azul, sus espumillones plateados, su enorme estrella en la punta, ¡y hasta sus luces colocadas!, luego, justo debajo, había un portal de Belén, con su Misterio, sus pastorcillos, sus gallinas, peces y ovejitas, pero todo pegado a una base.
¡Claro! mi reacción fué inmediata:
-"Pero bueno Manuela ¿Es que tú guardas los adornos navideños ya montados?
-¡Ah sí!, es comodísimo, porque la próxima Navidad, vengo, cojo el portal y el árbol, los coloco en el rincón del salón que está al lado del balcón y ya está... la casa adornada en cinco minutos.
-¿En cinco minutos? ¡No Manuela!... ¡en tres segundos!
-Hija por Dios Manuela, que poca ilusión, que poca entrega, que poca creatividad, que triste, pones los adornos de Navidad como si pusieras la mesa...los platos, los cubiertos y los vasos, siempre en el mismo sitio.
-Bueno- me dice, pero el adorno de la puerta lo ponen las niñas cada año.
-¡Ah vale le dije, pues ya me quedo más tranquila porque eso ya cambia la cosa Manuela!
¡Vamos, vamos! en un soplo mi querida amiga me acababa de romper los esquemas de toda mi vida sobre la parafernalia de adornar la casa en Navidad con los niños, durante todo un día, colocando las figuritas del Nacimiento, haciendo el río con el papel de plata, con su arenita y haciendo las nubes con algodón y los árboles con ramas de hoja caduca que se cae al suelo todas las noches.
En fin, que me quedé tan impresionada, que desde ese día, cada año cuando empezamos a decorar la casa por Navidad y luego a guardarlo todo en Enero, yo digo: ¡Ea! y Manuela tan tranquila en su sofá porque ha tardado tres segundos en decorar su casa y dos en guardarlo todo... Y yo, barriendo bolitas de esas que hacen la nieve en el portal hasta el mes de Agosto, pisando arena del Nacimiento y musgo artificial hasta Semana Santa y limpiando ctistales de las pegatinas navideñas durante tres días.
Bien pensado, tampoco está mal lo de mi amiga Rosi.
Resulta que me llama para que la acompañe a comprar mantelerias de Navidad, porque dice que no tiene ninguna y que le gusta mucho cuando las ve en mi casa. Vale, pues vamos, pero resulta que las que le gustan no son las que venden hechas, sino que quiere comprar la tela para hacerlas como las mías. Bueno, las compramos y ella se entusiasma tanto que compra una para doce servicios para cuando se reunan con toda la familia, otra de seis para cuando esten sólo los de casa, otra de merienda porque le encantó ¡Ah! ésta con servilletas y una puntilla roja y todo, y me dice: -"por favor, por favor, hazmelás tú, que yo no sé hacerlas, ya sabes que no sé coser".
-"Vale, yo te las hago."
Pues nada, me pongo manos a la obra y las mantelerias hechas y preciosas. Ella encantada pensando las mesas tan bonitas que iba a montar esta Navidad con ese colorido en los manteles y como estaba tan entusiasmada hasta compró unos bajo platos que combinaban con las mantelerias.
Cual no sería mi sorpresa, cuando me enseña las fotografías de las cenas y comidas en su casa en Navidad y veo que no ha puesto las mantelerias que compró y que yo le hice. En su lugar había puesto¡ MANTELES DE PAPEL!
-Pero Rosi, ¿Qué ha pasado que no has puesto las mantelerias de Navidad que compraste? dije yo, esperandome cualquier respuesta menos la que me dió.
- No, es que me lo estuve pensando y la verdad con tanto trabajo en estos dias, cocinando, con los niños en casa, las compras y todo eso, pensé: "Rosi tienes que quitarte trabajo" y los manteles de papel son comodísimos porque en estos días no estoy yo para poner tanta lavadora y planchar tanto. Pero que sepas que se las he enseñado a mis cuñadas y a mi suegra y les han encantado.
-¡Ole, ole y ole mi Rosi! y yo, atacadica cosiendo para que las mantelerias estuvieran hechas el 20 de Diciembre, porque iban sus compañeras de gimnasio a cenar a su casa y supuestamente iba a estrenarlas... ¡Claro! que el único consuelo que me quedaba era pensar que su suegra y sus cuñadas las habian visto y les habian gustado. ¡Tiene tela la cosa!.
Claro, que a todo hay quien gane y como muestra ahí está Amparo, la cuñada de mi vecina Toñi.
Resulta, que Amparo invitaba siempre a sus hermanos a su casa a merendar la tarde del día de Reyes un rico roscon con su chocolate correspondiente y después se iban todos a ver la cabalgata. Todos los años era así, hasta que sus tres hermanos se fueron casando y empezaron a tener niños y las cosas fueron cambiando: Que si los niños juegan, que si los niños manchan, que si los niños se pelean, que si los niños hacen pipí, que si los niños pasan a todas las habitaciones... y mientras, sus madres correspondientes, o sease, sus cuñadas estaban vestidas monísimas de la muerte, pintaditas todas ellas, sentadas y merendando y hablando y riendo y ella con el delantal y persiguiendo niños.
Pero lo peor de todo no es eso ¡AH NO! lo peor de todo es que se la llevaban los demonios cuando pensaba en lo recogiditas que sus cuñadas tenian sus casas la tarde de Reyes y ella con todo manga por hombro. Así es que puso su mente a funcionar y ¡PLIN! encontró la solución: Llamó a sus hermanos el día de Reyes por la mañana y les dijo que por la tarde no fueran a su casa, que se veían todos en la cabalgata porque tenía una sorpresa para los niños. Y vaya si fué una sorpresa: Amparo se presentó en la cabalgata con una fiambrera que contenia un riquísimo roscón de Reyes troceado y unas botellas de batidos de cacao para los niños y les dijo: ¡SORPRESA! esta tarde merendaremos mientras vemos la cabalgata, porque con el ambiente que hay en la calle es una tonteria estar en casa.
Ni qué decir tiene la que lió: los niños con los abrigos, con los guantes, con las bufandas y comiendose el roscón de chocolate y las madres, oseasé sus cuñadas, como locas, toallita en mano, limpiandoles las manos, la cara, los abrigos y hasta los carritos a los más pequeños. ¡Esa es mi Amparo, miralá! se carga de un plumazo la tradición de merendar en su casa el día de Reyes y se queda tan feliz.
En fin, como decía mi abuela Valentina:
"CADA LOCO CON SU TEMA Y YO CON MI GUITAMARRA"
Hasta la próxima semana.
Genial!!!!!!Me chifla cuando escribes con humor.Mil besos.
ResponderEliminarMaría