¡Ay que sin vivir! ¡Ya no puedo más!. Hay determinadas preguntas que me perturban, que me tienen en desazón... ¡¡¡Si, si, si, si, siiiiiiiii!!! y que me rondan por la cabeza sin parar y sin que acierte yo a encontrar explicación alguna a tales dilaciones.
Como quiera que mi familia y amigos, son tan torpes como yo...(¡Qué lechugas! son más torpes que yo, ya que no logran sosegar mi inquietud encontrando una explicación lógica y coherente a tan trascendentales y profundas preguntas), pues se me ha ocurrido una idea:
En fin, pues el caso es que he pensado que podría yo compartirlas con vosotros, mis queridos lectores para que le encontreis algún tipo de respuesta y así de camino, encender en vosotros la chispa de la curiosidad, llevando a vuestras mentes el desasosiego, la inquietud y teneros unos cuantos días con la cabeza "más pállá que pácá" buscando respuestas a mis preguntas de tal manera, que cuando vuestro jefe o jefa os hable, o cuando vuestros conyuges os dediquen palabras de amor, o cuando esteis ayudando a hacer los deberes a los niños, o cuando estéis cocinando o metidos en la ducha, vuestro interés por encontrar una respuesta sea tal, que no os entereis de nada, ni acerteis a hacer cosa alguna, debido a que vuestras mentes estarán sólo concentradas mis preguntas. ¡ja,ja,ja!, lo siento, pero tarde o temprano tenía que salirme esa vena de mala que llevo dentro.
Pues nada, aqui os dejo las cuestiones a reflexionar para que os pongais inmediatamente a meditar:
-¿Por qué cuando yo era pequeña, todos los curas de pueblo tenian una madre viuda y una hermana soltera?.
-¿Por qué cuando me pinto el rimmel en la pestañas abro la boca?.
-¿Por qué cuando suena el timbre mis hijos me preguntan siempre...¿Quién es mamá?, si yo estoy sentada a su lado.
-¿Por qué cuando voy a un restaurante y sirven los platos, me arrepiento de no haber pedido lo que ha pedido el de al lado?.
-¿Por qué los amigos de mis padres eran "mis titos y titas" y mis hijos llaman a mis amigos por su nombre?.
-¿Porqué cuando yo era pequeña los yogures se vendian sólo en las farmacias?.
-¿Por qué no conozco a nadie a quien le guste la primera rebanada del pan de molde?.
-¿Porqué nadie tira a la basura el rollo vacío del papel higienico y siempre me toca a mí?.
-¿Por qué todos colaboran para poner la mesa y luego nadie quiere quitarla?.
-¿Por qué han desaparecido los cines de verano?.
-¿Por qué mi madre y las madres de mis amigas nunca cocinaron spaguetti para comer?.
-¿Por qué cuando yo era pequeña mi madre me bañaba los sábados y yo bañaba a mis hijos todos los días?
-¿Por qué ya no viene el coco a llevarse a los niños que no se duermen?.
-¿Por qué en los ajuares de novia de mi generación todas llevabamos un mantelito con dos servilletas que se llamaba "TÚ Y YO" y en los ajuares de ahora llevan mantelitos individuales?.
-¿Por qué mi madre cuando era joven tenía más tiempo libre que yo ahora, si no tenia ni lavavajillas, ni lavadora, ni plancha eléctrica, ni vitrocerámica, ni olla a presión, ni lavadora, ni secadora...?
Pues nada, ahí queda eso...
Ahora a pensar y pensar hasta echar humo por las orejas y que se derritan esos sesos buscando respuestas.
Hasta la próxima semana.
Bienvenidos a mi bitácora. Cada semana compartiré con vosotros reflexiones, comentarios, opiniones,... Para contactar conmigo puedes hacerlo a través de mi correo: miarticulosemanal@gmail.com
viernes, 20 de enero de 2012
martes, 10 de enero de 2012
CADA LOCO CON SU TEMA Y YO...
Pues no estoy yo hoy de muy buen humor para escribir un nuevo artículo, porque la dichosa tecnología me la ha vuelto a jugar y no acierto a saber por cual de los maravillosos mundos del universo virtual andará mi último artículo. El caso es que lo escribí, lo guardé, y no aparece...¡QUE CRUZ tengo yo con lo de las nuevas tecnologías!.
Bueno, la cuestión es que tengo que sacar este artículo porque ¡vamos!...lo de ¡Alegraté es Navidad! ya dá un poquito de repelus leerlo.
A estas alturas que ya tenemos todos los manteles lavados, planchados y guardados, los adornos recogidos, la vajilla en su sitio y la digestión hecha del roscón de Reyes hace daño a la vista leer algo relacionado con la Navidad.
Por cierto, yo me iré de este mundo sin saber porqué narices, si guardo los mismos adornos navideños en las mismas cajas de siempre, cada año tengo problemas para meter las cosas y me falta caja y me sobran adornos.
No lo entiendo, pero... pensandolo bien, quizá debería hacer como mi amiga Manuela, que guarda en el trastero el árbol con sus adornos y sus espumillones montado tal y como lo pone en su salón.
Nunca olvidaré la primera vez que fuí a ver su nueva casa y me enseñó el trastero:
-"Mira que grande es."
-"Es cierto", contesté yo.
Cuando de pronto mis ojos se fueron derechos a un rincón en el que había un bonito árbol de Navidad con sus campanitas rojas, sus bolas de color azul, sus espumillones plateados, su enorme estrella en la punta, ¡y hasta sus luces colocadas!, luego, justo debajo, había un portal de Belén, con su Misterio, sus pastorcillos, sus gallinas, peces y ovejitas, pero todo pegado a una base.
¡Claro! mi reacción fué inmediata:
-"Pero bueno Manuela ¿Es que tú guardas los adornos navideños ya montados?
-¡Ah sí!, es comodísimo, porque la próxima Navidad, vengo, cojo el portal y el árbol, los coloco en el rincón del salón que está al lado del balcón y ya está... la casa adornada en cinco minutos.
-¿En cinco minutos? ¡No Manuela!... ¡en tres segundos!
-Hija por Dios Manuela, que poca ilusión, que poca entrega, que poca creatividad, que triste, pones los adornos de Navidad como si pusieras la mesa...los platos, los cubiertos y los vasos, siempre en el mismo sitio.
-Bueno- me dice, pero el adorno de la puerta lo ponen las niñas cada año.
-¡Ah vale le dije, pues ya me quedo más tranquila porque eso ya cambia la cosa Manuela!
¡Vamos, vamos! en un soplo mi querida amiga me acababa de romper los esquemas de toda mi vida sobre la parafernalia de adornar la casa en Navidad con los niños, durante todo un día, colocando las figuritas del Nacimiento, haciendo el río con el papel de plata, con su arenita y haciendo las nubes con algodón y los árboles con ramas de hoja caduca que se cae al suelo todas las noches.
En fin, que me quedé tan impresionada, que desde ese día, cada año cuando empezamos a decorar la casa por Navidad y luego a guardarlo todo en Enero, yo digo: ¡Ea! y Manuela tan tranquila en su sofá porque ha tardado tres segundos en decorar su casa y dos en guardarlo todo... Y yo, barriendo bolitas de esas que hacen la nieve en el portal hasta el mes de Agosto, pisando arena del Nacimiento y musgo artificial hasta Semana Santa y limpiando ctistales de las pegatinas navideñas durante tres días.
Bien pensado, tampoco está mal lo de mi amiga Rosi.
Resulta que me llama para que la acompañe a comprar mantelerias de Navidad, porque dice que no tiene ninguna y que le gusta mucho cuando las ve en mi casa. Vale, pues vamos, pero resulta que las que le gustan no son las que venden hechas, sino que quiere comprar la tela para hacerlas como las mías. Bueno, las compramos y ella se entusiasma tanto que compra una para doce servicios para cuando se reunan con toda la familia, otra de seis para cuando esten sólo los de casa, otra de merienda porque le encantó ¡Ah! ésta con servilletas y una puntilla roja y todo, y me dice: -"por favor, por favor, hazmelás tú, que yo no sé hacerlas, ya sabes que no sé coser".
-"Vale, yo te las hago."
Pues nada, me pongo manos a la obra y las mantelerias hechas y preciosas. Ella encantada pensando las mesas tan bonitas que iba a montar esta Navidad con ese colorido en los manteles y como estaba tan entusiasmada hasta compró unos bajo platos que combinaban con las mantelerias.
Cual no sería mi sorpresa, cuando me enseña las fotografías de las cenas y comidas en su casa en Navidad y veo que no ha puesto las mantelerias que compró y que yo le hice. En su lugar había puesto¡ MANTELES DE PAPEL!
-Pero Rosi, ¿Qué ha pasado que no has puesto las mantelerias de Navidad que compraste? dije yo, esperandome cualquier respuesta menos la que me dió.
- No, es que me lo estuve pensando y la verdad con tanto trabajo en estos dias, cocinando, con los niños en casa, las compras y todo eso, pensé: "Rosi tienes que quitarte trabajo" y los manteles de papel son comodísimos porque en estos días no estoy yo para poner tanta lavadora y planchar tanto. Pero que sepas que se las he enseñado a mis cuñadas y a mi suegra y les han encantado.
-¡Ole, ole y ole mi Rosi! y yo, atacadica cosiendo para que las mantelerias estuvieran hechas el 20 de Diciembre, porque iban sus compañeras de gimnasio a cenar a su casa y supuestamente iba a estrenarlas... ¡Claro! que el único consuelo que me quedaba era pensar que su suegra y sus cuñadas las habian visto y les habian gustado. ¡Tiene tela la cosa!.
Claro, que a todo hay quien gane y como muestra ahí está Amparo, la cuñada de mi vecina Toñi.
Resulta, que Amparo invitaba siempre a sus hermanos a su casa a merendar la tarde del día de Reyes un rico roscon con su chocolate correspondiente y después se iban todos a ver la cabalgata. Todos los años era así, hasta que sus tres hermanos se fueron casando y empezaron a tener niños y las cosas fueron cambiando: Que si los niños juegan, que si los niños manchan, que si los niños se pelean, que si los niños hacen pipí, que si los niños pasan a todas las habitaciones... y mientras, sus madres correspondientes, o sease, sus cuñadas estaban vestidas monísimas de la muerte, pintaditas todas ellas, sentadas y merendando y hablando y riendo y ella con el delantal y persiguiendo niños.
Pero lo peor de todo no es eso ¡AH NO! lo peor de todo es que se la llevaban los demonios cuando pensaba en lo recogiditas que sus cuñadas tenian sus casas la tarde de Reyes y ella con todo manga por hombro. Así es que puso su mente a funcionar y ¡PLIN! encontró la solución: Llamó a sus hermanos el día de Reyes por la mañana y les dijo que por la tarde no fueran a su casa, que se veían todos en la cabalgata porque tenía una sorpresa para los niños. Y vaya si fué una sorpresa: Amparo se presentó en la cabalgata con una fiambrera que contenia un riquísimo roscón de Reyes troceado y unas botellas de batidos de cacao para los niños y les dijo: ¡SORPRESA! esta tarde merendaremos mientras vemos la cabalgata, porque con el ambiente que hay en la calle es una tonteria estar en casa.
Ni qué decir tiene la que lió: los niños con los abrigos, con los guantes, con las bufandas y comiendose el roscón de chocolate y las madres, oseasé sus cuñadas, como locas, toallita en mano, limpiandoles las manos, la cara, los abrigos y hasta los carritos a los más pequeños. ¡Esa es mi Amparo, miralá! se carga de un plumazo la tradición de merendar en su casa el día de Reyes y se queda tan feliz.
En fin, como decía mi abuela Valentina:
"CADA LOCO CON SU TEMA Y YO CON MI GUITAMARRA"
Hasta la próxima semana.
Bueno, la cuestión es que tengo que sacar este artículo porque ¡vamos!...lo de ¡Alegraté es Navidad! ya dá un poquito de repelus leerlo.
A estas alturas que ya tenemos todos los manteles lavados, planchados y guardados, los adornos recogidos, la vajilla en su sitio y la digestión hecha del roscón de Reyes hace daño a la vista leer algo relacionado con la Navidad.
Por cierto, yo me iré de este mundo sin saber porqué narices, si guardo los mismos adornos navideños en las mismas cajas de siempre, cada año tengo problemas para meter las cosas y me falta caja y me sobran adornos.
No lo entiendo, pero... pensandolo bien, quizá debería hacer como mi amiga Manuela, que guarda en el trastero el árbol con sus adornos y sus espumillones montado tal y como lo pone en su salón.
Nunca olvidaré la primera vez que fuí a ver su nueva casa y me enseñó el trastero:
-"Mira que grande es."
-"Es cierto", contesté yo.
Cuando de pronto mis ojos se fueron derechos a un rincón en el que había un bonito árbol de Navidad con sus campanitas rojas, sus bolas de color azul, sus espumillones plateados, su enorme estrella en la punta, ¡y hasta sus luces colocadas!, luego, justo debajo, había un portal de Belén, con su Misterio, sus pastorcillos, sus gallinas, peces y ovejitas, pero todo pegado a una base.
¡Claro! mi reacción fué inmediata:
-"Pero bueno Manuela ¿Es que tú guardas los adornos navideños ya montados?
-¡Ah sí!, es comodísimo, porque la próxima Navidad, vengo, cojo el portal y el árbol, los coloco en el rincón del salón que está al lado del balcón y ya está... la casa adornada en cinco minutos.
-¿En cinco minutos? ¡No Manuela!... ¡en tres segundos!
-Hija por Dios Manuela, que poca ilusión, que poca entrega, que poca creatividad, que triste, pones los adornos de Navidad como si pusieras la mesa...los platos, los cubiertos y los vasos, siempre en el mismo sitio.
-Bueno- me dice, pero el adorno de la puerta lo ponen las niñas cada año.
-¡Ah vale le dije, pues ya me quedo más tranquila porque eso ya cambia la cosa Manuela!
¡Vamos, vamos! en un soplo mi querida amiga me acababa de romper los esquemas de toda mi vida sobre la parafernalia de adornar la casa en Navidad con los niños, durante todo un día, colocando las figuritas del Nacimiento, haciendo el río con el papel de plata, con su arenita y haciendo las nubes con algodón y los árboles con ramas de hoja caduca que se cae al suelo todas las noches.
En fin, que me quedé tan impresionada, que desde ese día, cada año cuando empezamos a decorar la casa por Navidad y luego a guardarlo todo en Enero, yo digo: ¡Ea! y Manuela tan tranquila en su sofá porque ha tardado tres segundos en decorar su casa y dos en guardarlo todo... Y yo, barriendo bolitas de esas que hacen la nieve en el portal hasta el mes de Agosto, pisando arena del Nacimiento y musgo artificial hasta Semana Santa y limpiando ctistales de las pegatinas navideñas durante tres días.
Bien pensado, tampoco está mal lo de mi amiga Rosi.
Resulta que me llama para que la acompañe a comprar mantelerias de Navidad, porque dice que no tiene ninguna y que le gusta mucho cuando las ve en mi casa. Vale, pues vamos, pero resulta que las que le gustan no son las que venden hechas, sino que quiere comprar la tela para hacerlas como las mías. Bueno, las compramos y ella se entusiasma tanto que compra una para doce servicios para cuando se reunan con toda la familia, otra de seis para cuando esten sólo los de casa, otra de merienda porque le encantó ¡Ah! ésta con servilletas y una puntilla roja y todo, y me dice: -"por favor, por favor, hazmelás tú, que yo no sé hacerlas, ya sabes que no sé coser".
-"Vale, yo te las hago."
Pues nada, me pongo manos a la obra y las mantelerias hechas y preciosas. Ella encantada pensando las mesas tan bonitas que iba a montar esta Navidad con ese colorido en los manteles y como estaba tan entusiasmada hasta compró unos bajo platos que combinaban con las mantelerias.
Cual no sería mi sorpresa, cuando me enseña las fotografías de las cenas y comidas en su casa en Navidad y veo que no ha puesto las mantelerias que compró y que yo le hice. En su lugar había puesto¡ MANTELES DE PAPEL!
-Pero Rosi, ¿Qué ha pasado que no has puesto las mantelerias de Navidad que compraste? dije yo, esperandome cualquier respuesta menos la que me dió.
- No, es que me lo estuve pensando y la verdad con tanto trabajo en estos dias, cocinando, con los niños en casa, las compras y todo eso, pensé: "Rosi tienes que quitarte trabajo" y los manteles de papel son comodísimos porque en estos días no estoy yo para poner tanta lavadora y planchar tanto. Pero que sepas que se las he enseñado a mis cuñadas y a mi suegra y les han encantado.
-¡Ole, ole y ole mi Rosi! y yo, atacadica cosiendo para que las mantelerias estuvieran hechas el 20 de Diciembre, porque iban sus compañeras de gimnasio a cenar a su casa y supuestamente iba a estrenarlas... ¡Claro! que el único consuelo que me quedaba era pensar que su suegra y sus cuñadas las habian visto y les habian gustado. ¡Tiene tela la cosa!.
Claro, que a todo hay quien gane y como muestra ahí está Amparo, la cuñada de mi vecina Toñi.
Resulta, que Amparo invitaba siempre a sus hermanos a su casa a merendar la tarde del día de Reyes un rico roscon con su chocolate correspondiente y después se iban todos a ver la cabalgata. Todos los años era así, hasta que sus tres hermanos se fueron casando y empezaron a tener niños y las cosas fueron cambiando: Que si los niños juegan, que si los niños manchan, que si los niños se pelean, que si los niños hacen pipí, que si los niños pasan a todas las habitaciones... y mientras, sus madres correspondientes, o sease, sus cuñadas estaban vestidas monísimas de la muerte, pintaditas todas ellas, sentadas y merendando y hablando y riendo y ella con el delantal y persiguiendo niños.
Pero lo peor de todo no es eso ¡AH NO! lo peor de todo es que se la llevaban los demonios cuando pensaba en lo recogiditas que sus cuñadas tenian sus casas la tarde de Reyes y ella con todo manga por hombro. Así es que puso su mente a funcionar y ¡PLIN! encontró la solución: Llamó a sus hermanos el día de Reyes por la mañana y les dijo que por la tarde no fueran a su casa, que se veían todos en la cabalgata porque tenía una sorpresa para los niños. Y vaya si fué una sorpresa: Amparo se presentó en la cabalgata con una fiambrera que contenia un riquísimo roscón de Reyes troceado y unas botellas de batidos de cacao para los niños y les dijo: ¡SORPRESA! esta tarde merendaremos mientras vemos la cabalgata, porque con el ambiente que hay en la calle es una tonteria estar en casa.
Ni qué decir tiene la que lió: los niños con los abrigos, con los guantes, con las bufandas y comiendose el roscón de chocolate y las madres, oseasé sus cuñadas, como locas, toallita en mano, limpiandoles las manos, la cara, los abrigos y hasta los carritos a los más pequeños. ¡Esa es mi Amparo, miralá! se carga de un plumazo la tradición de merendar en su casa el día de Reyes y se queda tan feliz.
En fin, como decía mi abuela Valentina:
"CADA LOCO CON SU TEMA Y YO CON MI GUITAMARRA"
Hasta la próxima semana.
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