miércoles, 2 de julio de 2014

¡¡¡BIENVENIDA AL MUNDO CARLA!!!

¡¡¡Bienvenida al mundo Carla!!!

Cuando tienes hijos, crees que ya no vas a ser capaz de sentir un amor mas grande.
Cuando nacen tus nietos te sorprende que tu capacidad de sentir amor se aumenta y entonces sientes que el amor no nace del corazón, sino del alma.
Y el alma solo es cosa de Dios.

QUE DIOS TE BENDIGA CARLA.






Hasta la próxima semana.

lunes, 5 de mayo de 2014

UN CUENTO PARA PENSAR

Érase una vez una linda muchacha que vivía feliz en el campo con su papá, su mamá y sus dos hermanitas. Su nombre era Valentina y adoraba a los animales. Su padre tenía una granja con gallinas, ovejas, caballos, patos y conejos y a Valentina le gustaba mucho jugar con los perros y gatos que estaban todo el día correteando por la granja. A todos y cada uno de ellos les había puesto un nombre y los conocía perfectamente. Pero había unos pequeños animalitos a los que Valentina adoraba,LAS MARIQUITAS. El hecho de ser tan pequeñas, y con ese color rojo intenso lleno de diminutos lunares negros, era algo que las hacía muy especiales para ella.
Valentina quería tener mariquitas, muchas mariquitas, para jugar con ellas y cuidarlas y las buscaba en el campo sin cesar,pero no las encontraba.

Por las tardes, cogía su lata con tapadera y salía a buscarlas por todos los rincones del campo. Pero nunca encontraba ninguna y se enfadaba, y le preguntaba a su madre, que porqué ella, que tanto deseaba encontrar mariquitas no las veía si estaba un montón de horas buscándolas sin cesar.
Tanto deseaba Valentina encontrarlas, que se había convertido en un sufrimiento para ella. Era lo que más deseaba en este mundo, lo único que le faltaba para ser feliz: Coger mariquitas y llenar su lata.

Un día, Valentina pidió permiso a sus padres para salir a buscar mariquitas a los campos vecinos, ya que no las encontraba en el suyo. Tal era la preocupación y la angustia de Valentina por encontrarlas,que sus padres decidieron darle permiso y dejarla que cada tarde saliera un rato por los campos de alrededor a encontrar sus ansiadas mariquitas.
Valentina salió durante varios días a buscarlas, pero no las encontró en los campos de alrededor.

Una tarde, Valentina salió como cada día a buscar mariquitas por su campo.
Se recorrió cada rincón, levantó piedras, ramas y troncos y acabó tan cansada, que se sentó a descansar un poco y se quedó dormida encima de un montón de hierba que había en el prado. Pasó un rato y cuando se despertó se dió cuenta de que tenía todo el cuerpo, sus manos, sus piernas, su falda, su cara...todo lleno de mariquitas. ¡¡¡Valentina no se lo podía creer!!!.
Todo este tiempo había estado buscando las mariquitas desesperadamente... hasta se había ido a los campos de alrededor a buscarlas, y resulta que las tenía allí mismo, al lado de su casa y NO ERA CAPAZ DE ENCONTRARLAS, NO LAS VEÍA AUNQUE LAS BUSCABA SIN CESAR.

Valentina por fin pudo disfrutar de sus mariquitas y ver cumplido uno de los deseos que más feliz la hacían en la vida.


Esto os enseñará queridos niños y niñas, que en la vida muchas veces los mayores, tenemos a nuestro alcance aquello que buscamos para ser felices y que nos ponemos tan obsesionados por encontrarlo, que no somos capaces de verlo.





Hasta la próxima semana.

miércoles, 12 de marzo de 2014

LOS PRESCINDIBLES (1)

¡Hola a todos!, Si,si,si, ya me he enterado de que se ha acabado la Navidad, de que ha pasado la cuesta de Enero y de que ya no queda nada de rebajas en ninguna tienda. No es que me haya ido a otro continente, ni me he retirado a hacerme una cura de adelgazamiento y belleza intensivas, ni que me haya tocado la lotería y me haya escapado para no darle ni un duro a mis amigos...No, no, no, nada de eso, sencillamente, no me sentado a escribir hasta ahora. Pues llegado este momento, cuando por fin enciendo mi ordenador, me preparo mi café y me siento tranquilica para escribir mi artículo,resulta que se me acumulan los temas y no me decido por ninguno. Pero de pronto aparece mi hijo y me enseña una fotografía del cumpleaños de una amiga...¡ya está!¡ya lo tengo!. Hoy por fin le voy a dedicar mi artículo a todas esas cosas que existen en esta vida y que para mí están de más... es decir, que no las utilizo, que me ponen de los nervios, que puedo vivir sin ellas, o que preferiría que no existieran y que yo llamo: LOS PRESCINDIBLES.

LAS TARTAS DE FONDANT: La fotografía que me ha enseñado mi hijo del cumpleaños de su amiga, ha sido precisamente de una tarta de fondant con una decoración recreando un bolso y unos zapatos que son los favoritos de esta chica. Bueno, es que no puedo, es superior a mí. Cuando veo ese chocolate que no parece chocolate, esas cremas de vainilla o de no se qué sabor, esas capas de dulce de colores y esos bizcochos tan sobados, tan manipulados y llenos de tinte para hacer la tarta con esos colores dorados y plateados tan artificiales para un dulce y que después hay que comérselos, me da un repelús que me muero de pensar que eso tiene que ir a la boca. Me parece que son verdaderos artistas de las manualidades, pero no de la cocina, porque esas tartas son incomestibles de lo dulces que son y no saben a nada, sólo a azúcar. Estas tartas, con ese trabajazo que tienen y con lo conseguidas que quedan, estarían muy bien si las hicieran en arcilla por ejemplo, o en papel maché o en cualquier otro material para que se guardaran como pequeñas esculturas, pero por favor, que no las hagan de dulce porque una tarta es sólo eso, una tarta, con su bizcocho esponjoso, su relleno cremosico, su merengue o su nata impecable, sus anisicos de colores, sus velicas de cumpleaños, su felicitación escrita con chocolate a letra de manuscrito, su bandeja con su blonda...en fin, las tartas de toda la vida de Dios.

HALLOWEEN: Si, el cada vez más celebrado jaloguin y que yo no aguanto. Esa celebración tan sin sentido para nosotros los españoles, y con esa cantinela de: "¿Truco o trato?". ¿Qué significa eso?. Mira que yo he intentado encontrarle algo para poder celebrarlo, pero nada, que no se lo encuentro por más vueltas que le doy. En EEUU lo disfrutan como locos y me parece muy bien porque forma parte de su cultura, ¿pero aquí?...¿En España?... No sé lo que me da cuando veo esos niños tan bonicos vestidos con esos trajes tan feísimos y pintados con esos maquillajes tan horribles y algunos son tan chicos que no saben ni de qué va la cosa y se asustan tanto de verse ellos así vestidos como de ver a los demás vestidos de cosas raras y con calaveras, guadañas y mazas en sus manos. En España para disfrazarnos ya tenemos el carnaval que está lleno de creatividad, optimismo, alegría y tradición.

LOS BILLETES DE 500 EUROS: Pues sí, porque una servidora sabe que existen porque los vió cuando salieron y porque antes de la crisis algún que otro amigo los llevaba en su cartera, pero por lo demás, vivo cada día sin recordar siquiera que en los bancos se guardan estos billetes.

LAS MOSCAS: Bueno, lo de las moscas es que ya me supera. ¿Para qué quiero yo las moscas en mi vida?. ¿Para qué sirven las moscas?.¿Para que se las coman las salamanquesas y los camaleones?. Pues para eso ya están los mosquitos, que son más chicos y que no se paran en la comida ni molestan en la siesta. Con esas mini patitas que tienen las moscas que no te dejan pegar ojo en la siesta, porque justo cuando estás sentada en tu sillón después de comer, con tu ventilador delante, cerrando tus ojos poco a poco, dejándote vencer por el grato sueño de las cuatro de la tarde de un mes de Julio...¡ZAS! aparecen ellas y se paran en tu pierna, en tu mano, en la nariz, en tu mejilla, o en cualquier trozo desnudo de tu piel haciéndote unas desagradables cosquillas que te despiertan de tu feliz sueño estival. Les da exactamente igual donde sea, su único objetivo es fastidiarte la siesta. Entonces tu te vas en busca de la paleta matamoscas esa que has comprado en los chinos y te dispones a cargarte a la mosca que te ha despertado, o en su defecto, a la primera que pilles para vengarte y claro, ya te has despejado de tu sueño y es que ese es el sentido de su vida, fastidiar a los humanos en la siesta o en la comida, parándose en todo lo comestible que se encuentren y lo peor de todo es que no sabemos donde se han parado antes, porque las moscas se paran tanto en lo comestible, como en lo no comestible, como en lo vivo, como en lo muerto. Mi lucha contra las moscas es a muerte, así es que mi estampa en verano es verme matamoscas en mano, detrás de ellas y pegando palmetazos en cada sitio donde se paran y diciendo:¡¡"una menos"!! cada vez que me cargo una. Esto ya es un clásico en mi hasta el punto de que mis hijos me han prometido como próximo regalo sorpresa de Reyes una bolsa llena de moscas y un matamoscas y meterme en una habitación cerrada para no salir hasta que no me las haya cargado todas.

LOS GIMNASIOS Y LA ROPA DE DEPORTE: Bueno, lo de la gimnasia, el gimnasio, la ropa de deporte con sus mallas, sus felpas para el sudor, sus muñequeras, sus pantaloncicos cortos encima de las mallas, sus zapatillas de deporte rosas con los calcetines a juego, su alfombrilla para hacer ejercicios de suelo, las mancuernas en tonos pastel, las toallas de entreno puestas en el cuello...pues para mi todo esto ni existe. Mi relación con el deporte se limita a andar por los caminos que rodean el campo o a nadar en la piscina en verano, pero nada más, porque no es que sea una relación de odio o de amor-odio, es que sencillamente no existe ningún tipo de relación desde nunca en mi vida. Lógicamente mi interés por los chandals como prendas de ropa también es nula, porque para mi sólo tienen sentido para hacer deporte y como no es mi caso, pues son otro de los prescindibles de mi vida.

Como podréis imaginar hay muchos más prescindibles en mi vida, pero ya os los iré descubriendo poco a poco.




HASTA LA PRÓXIMA SEMANA.

sábado, 9 de noviembre de 2013

HILVANANDO LA VIDA (4º y último capítulo)

Juan no tenía tan claro que su futuro estuviera fuera de Baños, pero una vez más en su vida confió en la sabiduría de Mariana y supo que si ella lo decía era porque lo tenía todo más que pensado y si no le hacía caso, acabaría arrepintiéndose. Habló con D. Fernando y él le encontró trabajo en una portería en la calle Claudio Coello de Madrid,en pleno barrio de Salamanca. Allí Mariana trabajó como modista para la señora de D. Fernando y sus amigas.

Y de nuevo, como venía sucediendo desde que tenía trece años, la costura formaba parte íntima de su vida. Lacostura le ayudó a mantenerse lúcida tras el dolor de haber perdido a sus padres, le llenó los vacíos que le producía el silencio en la casa de su tía Dolores, le ayudó a poder ver a Juan más de una tarde y la llenó de satisfacción mientras cosía el "atico" de recién nacido a sus hijos, con la ropica del moisés, las sábanas de la cuna y los faldones de cristianar y la hizo feliz cuando se cosió su vestido de novia.

Sus hijos fueron a un buen colegio de la zona y tenían como amigos a los mismos niños que los hijos de los señores para los que Juan trabajaba. Acabaron sus estudios en el Colegio y pasaron a la Universidad. Después encontraron trabajo en distintas zonas de Madrid, se casaron todos menos la niña, y empezaron a darles nietos. Y este era el mayor orgullo de Juan y Mariana.


Había sido duro salir de Andalucía, porque el sur tiene un algo especial en su luz y porque su gente es alegre y está un poco más lejos de lo racional y sensato que el resto de España. Ellos habían llorado en Madrid el día de la romería de la Virgen de la Encina por no haber podido acompañarla, y el día de todos los Santos, cuando Mariana le encendía en la cocina las mariposas a sus difuntos, sentía un nudo en la garganta por no poder ir al cementerio a arreglar las lápidas de sus seres queridos ya fallecidos.
Eso si, todos los años guisaba esa noche para cenar las gachas santeras, con su "matalauva" y sus tostones de pan que tanto le gustaban a Juan.

Para Juan también había sido duro pasar fuera de Baños la festividad de todos los Santos, aunque por razones diferentes a las de Mariana.
Desde que era un zagal y hasta que se fué a vivir a Madrid, se había ido de Santos todos los años con sus amigos y con el resto de hombres del pueblo y con el incesante sonido de fondo de las campanas de la Iglesia de San Mateo repicando sin parar para recordar a todos que eran días de honrar a sus difuntos.Se iban al campo sin mujeres y se guisaban sus migas y las acompañaban con melón y sardinas, su conejo al jarón,su liebre al tomillo, su carne de monte en adobo que siempre la aliñaba Mariana, y como no, sus gachas santeras que hacía como nadie Amancio, "el civil". Juan no podía evitar sonreir al recordar cuando de jóvenes se pintaba la cara unos a otros con el tizne que se quedaba pegado a la sartén después de guisar en la lumbre y fué el hombre más feliz del mundo cuando se jubiló y volvió a vivir en Baños y a irse de Santos con sus amigos.

Si una cosa le había quedado clara a Juan en la vida, era que aquellos tiempos pasados no siempre fueron mejores.Solo le bastaba recordar los años de la guerra y la post guerra, cuando todo era tristeza, hambre y pobreza y había que luchar a dentelladas para salir adelante. En el 38, el ejercito republicano llamó a filas a él y a muchos de sus vecinos con tan sólo diecisiete años de edad. Ellos fueron los últimos jóvenes en ser reclutados para luchar en la guerra civil y fueron conocidos como "la quinta del saco" y fue duro, muy duro, porque a la tortura de luchar en el frente tuvieron que sumarle hacer tres años más de servicio militar un vez acabada la guerra.

Fueron años difíciles, en los que el hambre te enseña a conocer la diferencia entre la inteligencia y la listeza, porque despierta en el ser humano el más profundo de los instintos de supervivencia. Sobrevivir cada día sin dinero ni comida era un esfuerzo titánico, y con su padre preso y él en el frente, su madre había tenido que ingeniárselas cada día para darle de comer a sus seis hermanos. Aprendieron a ponerse dos veces en la cola donde les daban comida con las cartillas de racionamiento sin que
los reconocieran, y hasta robaron otras dos cartillas para poder sacar más comida,turnándose entre sus hermanos pequeños para que no los descubrieran. Durante este tiempo su madre sufrió tanto, que le pareció vivir un desierto emocional donde desaparecieron las ilusiones, los proyectos de futuro y las risas y sólo encontraba consuelo pensando en las caras de sus seis hijos y en la esperanza de que su padre volviera a casa vivo, y él viniera sano y salvo de la guerra.
La guerra civil marcó tanto a Juan que lo convirtió en un hombre sin utopías sociales, sin pretensiones políticas de ningún tipo y que sólo creía en el trabajo y la economía.


Mariana había acabado de coser un babero para su tercer biznieto y se dispuso a hacer la comida. Pero hoy Juan no tenia hambre a la hora de comer, no le apetecía nada, y Mariana que lo conocía muy bien,le propuso guisar unos calandrajos con conejo, porque desde hacía ya un tiempo, a Juan le sentaban mal con liebre. A Mariana le resultó raro que Juan no los quisiera, era casi imposible que Juan se negara a comerlos, porque era
su comida preferida. Es más, ella siempre le decía a sus hijos que si no hubiera sabido guisar unos buenos calandrajos Juan no se hubiera casado con ella.

Pero hoy Juan no tenía buen cuerpo y le dijo a Mariana que no los hiciera, que prefería comerse un cucharro pero sin bacalao ni sardina arenque, ni tan siquiera con aceitunas machacás, sólo con su aceite y su churre de tomate y cortaico poco a poco con su "manchega" que era el nombre que le puso a la navaja que le trajo su hijo de Albacete cuando estuvo allí de viaje de novios.

Mariana sabía que para Juan el cucharro era el mayor manjar del mundo,de hecho, había sido su cena durante toda su vida tanto de soltero, como de casado. En tiempos de guerra y escasez se lo comía "pelao" como él decía, solo el pan con el aceite porque no había posibles para añadirle acompañamientos.


Cuando comieron, Mariana quitó la mesa y recogió la cocina, pero hoy Juan no le ayudó, ni quiso llevarle a las gallinas las hojas más verdes de la lechuga que ella había limpiado, ni los tomates "estrujaos" que habían quedado de los cucharros.

Juan se sentó en su mecedora y esperó a Mariana para dormir la siesta. Empezó a recordar cuando sus hijos eran chicos y se acostaban en ese mismo sitio en un camastro en el suelo que Mariana les preparaba con dos mantas de borra, un tejido que pesaba mucho, pero que no abrigaba nada y que Juan se había traído de la mili cuando se licenció.

Y Juan recordó aquellos tiempos en los que no se dormía la siesta en la cama porque los colchones eran de lana y había que mullirlos cada día, removiendola y levantandola a puñados con las manos hasta que se despegaba toda lana que con el peso del cuerpo se había apelmazado y se mullía hasta que el colchón quedaba tierno como un bizcocho.



Hace ya tiempo que Juan se dio cuenta de que con los años hay que rendirse a la evidencia y aceptar que está cerca el final de la vida. Es entonces cuando se amontonan los recuerdos de las cosas que sucedieron,de las ilusiones que no se hicieron realidad, de los planes que no se cumplieron...y empiezas a sentir que ya ha empezado tu propio declive emocional marcado por una mezcla de sentimientos de rutina, de resignación y de esperanza, que antes nunca habías experimentado.
Hoy Juan se daba más cuenta que nunca de que sus fotos, sus muebles, sus ropas, todo a su alrededor, le estaba recordando constantemente lo que había sido y ya no es, lo que había vivido, y lo que le quedaba por vivir.
Ahora Juan estaba en ese momento de la vida en el que tus recuerdos te acercan a los que tienes lejos y te alejan de los que tienes cerca. Y es que desde hace un tiempo, Juan veía de cerca la muerte, y tenía muy claro que después de haber vivido casi una centuria, no tenía sentido aferrarse a la vida. Siempre dijo que no le tenía miedo a la
muerte, pero si respeto, y por eso, ya tenía todo preparado para cuando llegara el momento. Eso si,lo único que le pedía a Dios era morirse antes que Mariana, porque no sabría vivir sin ella.
Esta tarde Juan estaba cansado, muy cansado, pero esperó a que Mariana se sentara en la mecedora y le pidió que le diera la mano. Juan la puso entre sus manos y la acarició, suspiró y cerró los ojos.



Y es que esta tarde a Juan se le acabó para siempre el hilo para seguir hilvanando su existencia. Ya estaban todos los pespuntes echados, todas las costuras apuntadas y el traje de su vida ya estaba acabado y listo para entregar.


lunes, 14 de octubre de 2013

HILVANANDO LA VIDA (3)

La familia de Juan remanecía de La Carolina y sus padres se fueron a vivir a Baños de la Encina cuando se casaron, que fue cuando su padre se hizo cargo de la finca de Don Fernando López de Medina y Oriol, un afamado abogado de Madrid y gran aficionado a la caza, que organizaba una montería tras otra cuando se abría la veda. El padre de Juan era conocido como Carlos "el alemán", por aquello de que su apellido era Smith y pertenecía a una buena familia venida a menos que tuvo un buen capital en sus tiempos, pero que el abuelo de Juan, un tipo pasional y singular, se encargó de fundirse primero a manos llenas y luego a las vacías, como si de un aristócrata millonario se tratara. El caso es que a Carlos "el alemán" ya no le llegó ni el aroma del patrimonio familiar y tuvo que ponerse a trabajar en el campo para poder vivir. Aún así, él seguía dando muestras de haber pertenecido a una familia de bien. Era un hombre extremadamente educado cuyos ademanes reflejaban cierta elegancia y sobriedad y a quien jamás escucharon una voz más alta que otra, ni lo vieron faltar a su palabra.

Cuando Juan y Mariana se casaron tuvieron una buena boda. Fueron dos días de celebración en los que no faltó el vino y se mataron varias gallinas y pollos de los que Dolores y Carmen dieron buena cuenta, preparando un caldo y una buena pepitoria. Además en el convite no faltaron los pasteles acompañados de vino dulce y anís. De la música se encargó Jesús "el largo", que era íntimo amigo del padre de Juan y que sabía tocar el acordeón.
El viaje de novios lo hicieron a Málaga porque allí vivían unos tíos de Mariana.
Se fueron en tren y estuvieron allí tres días en los que no pudieron ni dormir juntos porque la casa era una "casita mata" de dos dormitorios en los que tenían que repartirse el matrimonio y sus seis hijos, así es que, compartieron colchón y habitación con sus tíos y primos. Lo mejor de todo fue ver el mar por primera vez en su vida y hasta se montaron en el barco de pesca en el que su tío trabajaba de cocinero. A decir verdad no descansaron ni durmieron mucho, porque Mariana estuvo ayudándole a su tía con la costura y Juan estaba nervioso y deseando de llegar a su casa para poder hacer por fin uso del matrimonio.

A Juan y Marina le pusieron cama en la casa de Dolores y vivieron con ella hasta que falleció. Al venir del viaje de novios, el padre de Juan le entregó una Yunta de mulos para que pudiera echar jornales en el campo y ganarse así la vida, y le dijo:
"No olvides nunca que la Naturaleza sabe cuidar de sí misma, pero hay que dejarla tranquila y no atacarla".

Después de nacer sus tres hijos varones vino la niña, y a Mariana, ya llevaba tiempo rondándole por la cabeza la idea de emigrar fuera de Baños durante unos años para darle un mejor futuro a sus hijos. Un futuro que contemplara la posibilidad de poder elegir otro futuro que no fuera el campo para sus hijos y la casa y la costura para su hija.

Mariana siempre decía que esta vida es como un traje en el que los patrones ya nos vienen cortados, nosotros los
vamos hilvanando con nuestro comportamiento y Dios o el destino echan los pespuntes y los apuntan hasta que se acaba de coser el vestido el día de nuestra muerte. Para Mariana este era el momento de transformar el patrón de sus vidas por ellos mismos, de cambiar estos hilvanes por otros, aún con el riesgo de que en el hilo de la vida apareciera algún que otro nudo que tendrían que deshacer con mucho cuidado para no romper la hebra.


CONTINUARÁ...

lunes, 30 de septiembre de 2013

HASTA SIEMPRE JOSÉ MARÍA

Hasta Hasta siempre José María.
Te has ido de este mundo de pronto, de un día para otro, sin esperarlo y la verdad es que tu familia y amigos estamos impresionados y tristes. El pasado sábado te dimos nuestro último adiós en la Misa funeral que se celebró por tu alma y puedes estar orgulloso del sincero cariño y dolor con el que lo hicimos. Desde que te has ido han ido pasando por mi cabeza todos los recuerdos de los buenos momentos que hemos compartido juntos...¡Cómo olvidar nuestras noches de verano en el jardín de la casa de María!... Nuestras charlas sobre de la inteligencia emocional que ellos, los de ciencias, no entendían y que tú y yo nos empeñábamos en explicarles. Los chistes y anécdotas que contábamos y que tantas risas nos hicieron vivir, las diversas celebraciones en casa de María y nuestras cenas en invierno con la posterior copa al lado de la chimenea...

He sido testigo de la ilusión con que tus sobrinos y hermanos esperaban la llegada del tío Jóse para Navidad, el verano, o cualquier puente y de la ilusión que les hacía que te quedaras con ellos ejerciendo de canguro. Se que has sido un hermano de los de verdad, de esos que acuden en ayuda de sus hermanos cuando lo necesitan, sin que les de tiempo a que ellos te pidan ayuda.
Con tu muerte José María, nos has dado una sacudida a todos que nos ha hecho volver a la realidad y a poner los pies en el suelo, demostrándonos que la vida no depende de nosotros mismos, que nadie puede escribir el guión de su propia vida, y que nuestros planes de futuro no son los que cuentan porque de eso ya se encarga Dios, así es que más vale que estemos siempre preparados.

Tu presencia seguirá siempre viva entre todos los que te quieren, y tú, desde allí arriba, seguirás siendo el mismo esposo, padre, hermano y amigo que eras cuando estabas aquí.

Hasta siempre José María.